El pasado sábado moría a los 69 años Kim Jon Il, dictador de la única dinastía hereditaria del mundo y del país más hermético y aislado del planeta, al que muchos catalogan como el último reducto estanilista de nuestros días: Corea del Norte. También es, según Transparencia Internacional, el más corrupto del mundo. Un país de 24 millones de habitantes resignados a rendir un delirante culto al llamado “Querido Líder”. Déspota como pocos, su cumpleaños es fiesta nacional y, tras su muerte, se han decretado doce días de luto oficial. Cualquier atisbo de negación o disidencia supone la tortura, los trabajos forzados o el fusilamiento.
Allí, los que trabajan para el régimen, aseguran que “el ‘Querido Líder’ garantiza una vivienda y alimentos básicos para todos, aquí no hay robos, ni McDonald's, ni prostitución, ni drogas, ni disidentes. Todo el mundo daría la vida por el líder”. Tampoco existe Internet, telefonía móvil, libertad para salir del país, de prensa o expresión. Cualquier opinión disonante respecto al régimen se trata de “mentiras fabricadas por Occidente”.
Junto a Iran e Irak conformaba, para el expresidente americano G.Bush, el conocido como eje del mal. Pese a contar con una economía devastada, su obsesión fue convertir a su país en una potencia nuclear y no paró hasta conseguirlo. China es su máximo -y posiblemente único-aliado. Tampoco las relaciones con su vecina del Sur son en absoluto buenas. A
Nada más fallecer el dictador, se activo el arma más potente en manos del régimen: la propaganda. Según la televisión estatal y las desmesuradas imágenes difundidas por Internet, "millones de norcoreanos se llenaron de una tristeza indescriptible". En ellas, se mostraba a personas llorando por las calles de Pyongyang y a algunos miembros del régimen desesperados en una mezcla de ignorancia y exagerada sobreactuación. La misma presentadora de televisión lloró en el momento de dar la noticia.
Ahora, si se cumple el guión, el cetro pasará a al tercero de sus hijos, Kim Jong-un, que no llega a los 30 años de edad. Se enfrentará a la presión internacional por el desarme nuclear definitivo, a la inacabada guerra contra su vecina Corea del Sur y a la hambruna epidémica que lleva sufriendo su población desde hace décadas. En cualquier caso, y salvo sorpresa, se convertirá en la persona más joven de la historia en ponerse al frente de un arsenal nuclear.
Os recomiendo encarecidamente estos dos documentales sobre el tema:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=A_268_pBvPs
http://www.youtube.com/watch?v=Z3Z9ukkWvzE