Gran parte de ese dinero saldrá de las arcas del Estado, el cual, según estableció
Mientras al gobierno central, los autonómicos y locales no les tiembla el pulso para- a tijeretazo limpio- llevar a cabo recortes sociales en sectores tan imprescindibles como sanidad, ciencia o educación y exigir a los ciudadanos que se aprieten el cinturón; poco o nada parece importatles desembolsar grandes sumas de dinero o autorizar la instalación de 200 confesionarios en el Parque del Retiro, mientras, con la otra mano, prohíbe por la fuerza manifestaciones en plazas públicas para mantener la ciudad “limpia” de indeseados a ojos de Su Santidad.
El resto del dinero invertido en la visita proviene de empresarios que desgravarán hasta un 80% de lo aportado. Unos privilegios que por sí solos hablan de la nula imparcialidad del Estado en asuntos religiosos.
Hace tiempo que en España no es novedad que los poderes civil y religioso vayan de la mano. El Estado laico resulta una quimera en un país donde las imágenes anacrónicas y esperpénticas abundan y donde los políticos toman posesión de sus cargos con la inseparable biblia y el crucifijo (como lo impuso-pues nada dice la ley al respecto- Juan Cotino, Presidente de las Cortes Valencianas en la última toma de posesión de la comunidad o el Rey Juan Carlos durante el juramento de los Ministros y el Presidente del Gobierno). Algo impensable en otros países europeos, como ya advirtiera Sarkozy en una visita años atrás en la que se sorprendió de la notable presencia eclesiástica en las instituciones públicas y en la vida de los ciudadanos.
En definitiva, una visita que pretende acercar a la juventud a una institución que a sus ojos resulta obsoleta, retrógrada, anacrónica, sórdida, machista y homófoba. Y que, sin embargo, parece estar consiguiendo el efecto contrario: distanciarla y enfurecerla. Desde luego, no parece ser el mejor momento para desembolsar esa desorbitada cantidad de dinero y menos siendo éste público. La crisis moral parece más acuciante para el Gobierno que la económica.
Que baje Dios y lo vea.