domingo, 8 de mayo de 2011

Mi desencanto con Obama

Tenía muchas esperanzas depositadas en Obama. Quizá demasiadas. Era consciente de que muchos asuntos se le escapan de su competencia, que el mundo se mueve por intereses que, gobierne quien gobierne, son primordiales e inmutables. Pero muchos otros que sí dependen de él- y que prometió cambiar- no lo ha hecho. Cuando las encuestas se han vuelto desfavorables no ha dudado en ignorar sus principios. Se presentó al mundo como alguien contrario a la guerra pero, como presidente, aún no ha retirado las tropas de Iraq y ha apoyado las acciones militares en Afganistan, Pakistan , Somalia o Yemen. Tampoco se ha decido a cerrar Guantánamo o suprimir la tortura para obtener información. Es más, ha aprobado un presupuesto militar de 708.000 millones de dólares, el más alto de todos los tiempos.

Demasiada casualidad que Bin Laden haya sido abatido cuando Obama registra los índices de popularidad más bajos de su legislatura. Índices que se han recuperado entre 10 y 11 puntos con el reciente anuncio de la Casa Blanca de la muerte del dirigente de Al Qaeda.

Resulta asimismo sospechoso la cantidad de versiones contradictorias que ha ofrecido Washington sobre el suceso. En la primera que se ofreció, se dijo que Bin Laden estaba armado cuando los SEAL llegaron hasta él, se involucró en el tiroteo y hasta llegó a usar a una mujer como escudo para protegerse. En la segunda, fue la mujer la que, por voluntad propia, se abalanzó sobre uno de los marines y recibió un disparo. Posteriormente aseguraron que no hubo tiroteos durante el asalto ni el edificio principal. La cadena televisiva Al Arabiya llegó a decir que Bin Laden fue capturado vivo antes de ser liquidado frente a miembros de su familia. La última versión asegura que el líder de Al Qaeda iba desarmado pero que trató de alcanzar un Ak-47 del piso en el que se encontraba- el segundo según esta versión-. Pero, según argumenta Ignacio Escolar en su blog (Escolar.net) “¿No es un poco raro que no le diese tiempo siquiera a rozar su kalashnikov desde que empezaron los tiros en la primera planta hasta que los Seals subieron a la segunda planta y lo mataron?”. Sí, sí que lo es.

Durante la llamada ‘Operación Gerónimo’ se violaron nada menos que cinco delitos graves: tortura, incursión ilegal en un estado soberano, allanamiento de morada, asesinato y apropiación de un cadáver. Todo ello, no lo olvidemos, perpetrado por el actual Nobel de la Paz.

¿No era prioritario interrogar al líder de la más compleja organización terrorista del mundo después de haber torturado a centenares de inocentes en busca de pistas sobre su paradero? La venganza no es justicia, pues cualquier terrorista, sea de la condición que sea tiene derecho a un juicio justo. Hasta los nazis- que mataron a millones de personas- tuvieron un juicio que hoy negamos a los terroristas de Al Qaeda

Por otro lado, parece evidente que a los dos bandos les convenía un final violento. Los estadounidenses se ahorran un juicio de dimensiones desconocidas, con la amenaza de verse afectado por continuos atentados o secuestros, y Bin Laden se garantiza la condición de mártir de su causa.

La falta de transparencia siembra dudas. Para deshacerse del cadáver hicieron lo más común en estos casos: arrojarlo al mar. Como pretexto, dijeron que ningún país se haría responsable de su entierro; que no querían un lugar de peregrinaje; y que le enterraron con esa celeridad debido a que la ley islámica así lo dicta (argumento refutado por Abdel Moti Bayumi, de la institución Al Azhar- una de las más prestigiosas del mundo suní-, el cual dijo quearrojar un cadáver al mar contradice la 'sharia'-ley islámica- , sólo se permite en algunas excepciones enterrar a los muertos lanzándolos al mar, como por ejemplo si el fallecimiento se produce en un barco y el cadáver puede pudrirse”).

A Estados Unidos siempre le ha interesado que, a ojos de la opinión pública, exista un malo de la película, siendo ellos los buenos, y puedan así hacer el mal con total impunidad y respaldo de los ciudadanos.

Pero, suponiendo que es verdad, que está muerto, ¿qué ocurrirá con la organización terrorista tras el asesinato de su líder?, ¿cómo será el mundo sin Osama? ¿de verdad será más seguro? Parece claro que no, pues se ha publicado que, ante la posibilidad de que fuera asesinado, había dejado escrito un legado con la estrategia a seguir y las decisiones que se debía tomar tras su muerte. Sigue esa amenaza invisible de los atentados. También continúa la guerra, la lucha. Todo estaba calculado. Muerto el perro, por tanto, continúa la rabia.

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