lunes, 18 de abril de 2011

Se acerca el invierno


Los seguidores de la saga de Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin, están de enhorabuena. Por fin se ha estrenado en la HBO la adaptación a la pequeña pantalla de la primera de las novelas de estas magnificas novelas, Juego de Tronos. En España se tendrá que esperar hasta el 9 de mayo para disfrutar de la mano de Canal + de este proyecto tan ambicioso.

La acción transcurre en un ficticio mundo medieval, donde las luchas de poder y las intrigas en la corte son la tónica predominante de los Siete Reinos, lugar donde se desarrolla la acción principal de la trama. Además, como novela fantástica, no cae en los tópicos de sus predecesoras, en esta saga no encontramos ni elfos ni orcos y la magia es secundaria, misteriosa y prácticamente desconocida para la mayoría de los personaje que protagonizan la saga.


El estreno de la serie da una pequeña bocanada de aire fresco a los seguidores de estas novelas, que esperan con ahínco la publicación del quinto libro, cuyo título original será A Dance with Dragons, y por el que llevan esperando desde 2005.

Lo cierto es que la calidad literaria de George R.R. Martin ha quedado manifiesta en Canción de Hielo y Fuego, y esto ha hecho que sus seguidores esperen una adaptación fiel a los libros, o al menos una adaptación que no destruya la esencia de la saga.

Las impresiones sobre el capitulo piloto de la serie han sido buenas. La ambientación y los paisajes están muy logrados y, los personajes, con Sean Bean a la cabeza en el papel de Lord Eddard Stark, se adaptan bien a sus papeles. Quizá se eche en falta actores más jóvenes en los papeles de Jon Nieve y Robb Stark, pero no se puede tener todo en esta vida.

Los seguidores de la saga tienen puestas grandes esperanzas en este proyecto, y no es para menos, ya que cuenta con un elevado presupuesto, que debería verse reflejado en pantalla. Esperemos que está producción tenga éxito y contente tanto a sus creadores como a los seguidores, que ahora tendrán algo en que ocupar el tiempo mientras esperan la publicación de A Dance with Dragons, para la que no queda mucho. Como reza el lema de los Stark, “Se acerca el invierno”.

domingo, 17 de abril de 2011

Una solución poco humana

El Gobierno invita a los inmigrantes que hayan perdido su empleo a regresar voluntariamente a su país. Les subvenciona el viaje y les facilita en todo lo posible el retorno a su patria. Pero, ¿sólo voluntariamente? En los últimos días he presenciado personalmente más de un “control rutinario de documentación” por parte de la Policía Local en estaciones de metro, tren autobuses y demás lugares públicos. Asimismo numerosas asociaciones como el Defensor del Pueblo y La Federación Estatal de Asociaciones de Inmigrantes y Refugiados en España han puesto el grito en el cielo denunciando redadas sistemáticas y abusivas en la detención e identificación de ciudadanos extranjeros.

El Ministerio del Interior- en un principio- negó que hayan aumentando el número de controles. Sin embargo, se hizo pública una circular de la Comisaría General de Extranjería que dejó en evidencia al mencionado Ministerio- el cual, acabó reconociendo que "la redacción confusa y la mezcla de varios conceptos dentro del comunicado pueden favorecer la práctica de detenciones masivas de extranjeros”-, abriendo un intenso debate sobre la política inmigratoria en nuestro país.

En la misiva se encomendaba a la Policía a “imponer a los extranjeros que se hallen en España dos obligaciones: una, la de acreditar su identidad; otra, la de acreditar que se hallen legalmente. Posibilita, asimismo, el traslado a la dependencia policial conduciendo al individuo, bien en calidad de detenido, bien a efectos de identificación”. Como si fuera un delincuente por el mero hecho de carecer de documentación. La detención preventiva solo cabe ante hechos ilícitos penales –entre los cuales no se encuentra recogido la estancia irregular- recogida como un hecho ilícito administrativo. Por lo que, en ningún caso, según dicta la ley, está permitida la detención que se están produciendo por estos hechos.

Otro escrito que ha levantado ampollas entre las asociaciones de Inmigrantes ha sido la nota interna de una comisaría de policía de Madrid (Villa de Vallecas, concretamente), en la que se fija un cupo mínimo de arrestos semanales de inmigrantes. Y los resultados hay que alcanzarlos a toda costa: "si no los hay, se va a buscarlos fuera del distrito", reza el comunicado. Incluso dan preferencia a unas nacionalidades sobre otras: "Marruecos es prioritario pues la mayoría del traslado se hace por carretera y se documenta bien”. El secretario general del sindicato de Unión Federal de Policías llegó incluso a declarar algo surrelalista en la Cadena SER : “en algunas comisarías dan días libres por hacer esta práctica". O sea, que además incentivan los arrestos.

Rubalcaba- máximo responsable de Interior- anunció recientemente que es posible que haya habido “malentendidos” con respecto a la aplicación de la Ley de Extranjería y que “la prioridad de la Policía es detener ilegales cuando estos inmigrantes están vinculados a la delincuencia". No obstante, poco o nada parece importarles la delincuencia si esa semana no han cumplido el cupo establecido de 35 inmigrantes. En muchos casos no existe ninguna relación entre el detenido con la delincuencia. Y si ese mismo delito lo cometiese un ciudadano español, las consecuencias- en ningún caso- serían las mismas.

La persecución masiva y sistemática de inmigrantes con órdenes provenientes directamente desde las comisarías y el Ministerio convierte esta práctica en una especie de racismo institucional. Cuando el paro es elevado y no se les necesita para cubrir puestos, se les expulsa como a intrusos. Parece que el fascismo más rancio sobrevive al paso de los años.

viernes, 15 de abril de 2011

La paradoja de Telefónica


No es una sorpresa que en épocas de crisis las empresas recorten su plantilla, ni mucho menos, pero el hecho de que esta noticia vaya acompañada de unos bonus millonarios a los directivos de las empresas resulta irónico, paradójico y hasta hiriente para el ciudadano medio que es el que está soportando sobre su espalda la mayor parte de la crisis.

Este ha sido el caso de Telefónica, que tras anunciar un recorte de un 20% de la plantilla en los próximos 3 años, ha decidido hacer pública la noticia de que planea dar 450 millones de euros en incentivos para sus ejecutivos y el reparto de 6.900 millones en dividendos.

Resulta paradójico porque si lo que quiere la empresa es recortar gastos, este recorte se contradice con el desembolso millonario que se hará en incentivos a sus directivos. Y resulta irónico e hiriente porque dentro de todo esto parece que hay una especie de humor negro que se ríe de las personas que están sufriendo las penurias de esta época tan dura.

Para colmo, Telefónica ha tenido unos beneficios netos de casi 11.000 millones de euros este último año, lo que hace todavía mas difícil de tragar este recorte tan drástico de plantilla, sin contar con el dato de que las multinacionales, que en cierto modo son las que nos han llevado a una crisis tan grave, están recibiendo millones del Estado en detrimento de las familias, que no cuentan tanto para el Gobierno a la hora de salvar la economía.

Políticos como Rubalcaba han demostrado su desacuerdo con este reajuste de plantilla, y no es para menos, porque como las cosas sigan así, con las empresas aumentando sus beneficios y a la vez provocando más paro, el Gobierno va a tener complicado aumentar su popularidad en las encuestas de cara a las próximas elecciones, cosa que sólo puede beneficiar a la oposición.

En definitiva, hechos como esta hacen que cada vez haya mas gente que piense que todo en esta vida se rige por el dinero, haciendo un flaco favor a la sociedad y demostrando la poca solidaridad de las grandes empresas a la hora de intentar ayudar para salir de esta crisis.

martes, 12 de abril de 2011

Desastre Nuclear


Por fin, a día de hoy, el Gobierno japonés ha dado el nivel 7 al desastre de la central nuclear de Fukushima, el máximo nivel a escala internacional de accidentes nucleares. Han tardado un mes entero en dar a Fukushima el mismo nivel que Chernóbil, el peor desastre nuclear que ha existido en los últimos años. Pese a esto, el Gobierno mantiene cierto carácter defensivo, alegando que la radioactividad que ha escapado de la central sólo llega al 10% de la de Chernóbil. Poco a poco, lo que Japón calificó de "accidente sin impacto significativo", y, más tarde como "accidente con riesgo fuera del emplazamiento", se ha convertido en uno de los desastres más graves de este tipo.



La falta de responsabilidad para definir este desastre puede a tener graves repercusiones en las personas que, en un principio, desoyeron la advertencia, que mas bien parecía una sugerencia, de mantener una área de exclusión alrededor de Fukushima. De hecho, si se hubiera alertado de la magnitud del desastre de inmediato, se podría haber evacuado a los ciudadanos y así evitar, a la larga, un deterioro en la salud de las personas.

El medio ambiente, por su parte, ya está sufriendo las consecuencias de la radioactividad. En primer lugar, los cultivos de las zonas colindantes a Fukushima, aparte de haber sido arrasados por el tsunami, ahora tienen que lidiar con las fugas y los escapes de los diversos reactores de la central. No contentos con esto, la empresa japonesa TEPCO, operadora de la maltrecha planta nuclear, ha vertido 11.500 toneladas de agua radioactiva al mar, lo que, sin que seamos expertos en la materia, es de suponer que no debe ser bueno para el medio ambiente. De hecho, verter agua radiactiva en un país que tiene un prospero comercio pesquero no parece la idea más adecuada para hacer reflotar la economía y conseguir amortizar los daños causados en el país por el tsunami.

Pero no se le puede echar la culpa de todo lo que ha pasado al Gobierno de Japón, lo cierto es que todos los gobiernos, de una u otra manera han apoyado la energía nuclear en detrimento de las energías renovables por su bajo coste y gran rendimiento. Además, es sabido que las centrales son “casi” 100% seguras, pero es ese “casi” el que debería hacernos pensar en las consecuencias de un suceso inesperado. La llegada del tsunami que ha devastado la costa de Japón era inesperada, ero aun así paso, y estas cosas que pasan en la naturaleza son imprevisibles. La culpa del desastre de Fukushima no es de la naturaleza, es un error de previsión del hombre porque por mucho que algo no suela pasar no significa que no pueda pasar, y si pasa nos tenemos que atener a las consecuencias.

Fukushima ha sido el último desastre nuclear, pero no el único. Llegados a este punto deberíamos plantearnos si de verdad es necesaria la energía nuclear, si su eficiente rendimiento a bajos costes compensa el hecho de que, aunque sólo sea una vez más, por un desastre natural o un fallo humano, pueda darse otro Chernóbil o Fukushima. Quizá la humanidad debería tomar conciencia y, poco a poco, conseguir que desaparezca una energía tan perjudicial para la salud de las personas y la del propio planeta, porque, aunque la seguridad de las centrales nucleares sea casi perfecta, hemos comprobado, por desgracia, que siempre puede suceder algo que se escape de nuestras manos.