sábado, 5 de noviembre de 2011

Empieza el circo


Comienza la campaña electoral, y con ella saltan al escenario esos pequeños animalillos llamados políticos, a veces muy graciosos y otras aterradores. De esta forma, los líderes de los partidos comienzan una gira de charlas, mítines y obras sociales alrededor de toda la geografía española.

Como todo espectáculo, la campaña electoral también tiene sus estrellas, que en este caso son Alfredo Pérez Rubalcaba, nuevo líder del PSOE, y Mariano Rajoy, actual cabecilla del PP. El primero es un socialista de la vieja escuela, carismático, gran comunicador, inspirador de confianza, y aún así, habiendo formado parte del Gobierno anterior, no pudo o no quiso hacer nada para solucionar esta crisis que ha llevado a España a tener más de cuatro millones de parados, y que ahora quiere hacer creer a los ciudadanos que tiene las recetas para curar este mal económico que sufre el país sin perjudicar el estado del bienestar, estado que por cierto, su propio partido ha dejado bastante mermado con todas las reformas que han impuesto para complacer a los mercados.

El segundo, por su parte, fue el hombre designado por José María Aznar como sucesor. Mariano Rajoy, el que probablemente se convierta en el nuevo presidente del Gobierno, tiene detractores hasta entre su propio electorado que lo tildan de político débil, manipulable y sin carisma. Tanto es así, que la oposición que ha hecho este hombre desde su llegada ha sido la de insultar y criticar al Gobierno de Zapatero sin ofrecer ninguna solución para resolver los problemas de la nación. De hecho, desde que Rubalcaba fue designado como candidato del PSOE a la presidencia, Mariano Rajoy ha reducido drásticamente sus apariciones en los medios públicos y ha evitado cualquier pregunta comprometida sobre su programa o sus medidas para salir de la crisis. Esto indica que tiene un gran miedo a su rival político, al que la gran mayoría de la población valora por encima de él.

Pese a esta diferencia entre los lideres de los grandes partidos de España, estas elecciones no serán una lucha entre candidatos, si no entre marcas electorales. Es decir, la lucha será entre la marca del PP y la del PSOE, que durante los últimos cuatro años ha ido atándose una soga al cuello hasta ahorcarse. De esta forma, las elecciones no las ganará el Partido Popular por ofrecer una alternativa innovadora y fresca al Gobierno actual, si no porque el propio PSOE se ha suicidado políticamente y ha puesto en manos de sus adversarios el Gobierno sin que éstos hayan hecho nada para ganarlo.

Mucho tiene que cambiar la cosa para que el PP no gane las elecciones, pero aún así, los ciudadanos deben concienciarse de lo que nos han aportado estos dos grandes partidos los últimos cuatro años y votar en consecuencia. PSOE y PP no son las dos únicas alternativas para salir de la crisis pese a su intención de hacernos creer lo contrario.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La paradoja griega





Si una cosa está dejando clara por encima de las demás esta crisis económica es la facilidad con la que la economía primas obre la democracia. Y esto resulta especialmente hiriente (y paradójico) tratándose del país que vio nacer esta forma de gobierno: Grecia.

El caso es que se celebró recientemente una cumbre europea en la que se aprobó un rescate (el segundo) para tratar de salvar a la maltrecha economía griega por un valor de 8.000 millones (aunque realmente lo que le interesa a la Comisión Europea, BCE, FMI, etc., es que pueda pagar la deduda).

Pero el lunes, el primer ministro griego, Papandreu, dio un giro a la situación anunciando la convocatoria de un referéndum para que el pueblo decidiera si aceptaba o no el acuerdo. Fue entonces cuando Merkel y Sarkozy saltaron a escena para tratar de convencerle de que no era lo adecuado. Cómo vas a consultar a tu pueblo si somos nosotros (Alemania,Francia y “los mercados”) realmente los que tomamos las decisiones en Europa, debieron preguntarse la Canciller alemana y el Primer Ministro francés. Y seguidamente le amenazaron con cerrarle el grifo en caso de insolvencia e incumplimiento del acuerdo. Resulta cuanto menos extraño que el resto de ciudadanos de otros países de la eurozona no hayan empezado a reclamar lo mismo. Tampoco lo han hecho los medios de comunicación.

Lejos de ello, al día siguiente prácticamente la totalidad de la prensa continental amaneció con editoriales contra la democracia y la intención de Papandreu de llevar a cabo la decisión a referéndum.

Tras meses de huelgas generales y parciales, y una moción de censura que es más que posible que no supere, es comprensible que Papandreu haya optado por la consulta, que los ciudadanos decidan si están dispuestos a pagar la factura de sus deudas, esto es, si aceptan los recortes de salarios, puestos de trabajo, derechos sociales,etc.

Caben dos opciones: el 'no' supondría la salida de euro, a lo que, según los últimos sondeos, se opone el 70% de la población.

Desde 1829 se han celebrado ocho consultas en las que la tendencia es votar 'no'. En caso de que saliera ‘sí’ Grecia sería de nuevo rescatada y tendría que aceptar unas condiciones durísimas. Pero Papandreu saldría reforzado (habría sacado adelante el referéndum y la moción de censura en apenas unos días), dejando en evidencia a todos aquellos que cuestionaron la democracia.

Una cosa resulta evidente tras la semana trágica griega: los poderes financieros pesan más que la ciudadanía en las decisiones trascendentes (y casi me aventuraría a decir que también en las intrascendentes).

Como señaló muy acertadamente en una reciente entrevista el escritor Isaac Rosa: << A los griegos va a haber que bombardearlos, ya que se resisten a ser rescatados>>